domingo, 12 de octubre de 2008

URBANO LUGRIS







PARA URBANO LUGRIS Y FREIRE DE ANDRADE (como a el le gustaba decir)

NOTAS Y RECUERDOS VIVOS

En el viento sonaron las notas,
en la noche el pálido azul,
pintadas de hermosos colores
de labios de almas devotas
entre velos de gasa y de tul
sonaron las notas.

Y allá en el otro confín
pulsadas por poderosos timbales,
que supieron de fuerzas, de amores
y de luchas sin fin,
respondieron muy fuertes, las notas,
las notas de URBANO LUGRIS.

¡Que ecos profundos trajeron!
¡Que impulsos vitales lanzaron!
¡Qué arpegios más dulces!
¡Qué notas! Cuantas escalas
en el arte dejaron.

De pronto el aire estremecido,
en feliz ayuntamiento de colores
puebla en su atmósfera diáfana
un surco de pincelada clara,
que cual saeta
recorre el firmamento
fecundando en su lujuria
inquieta, el gaitero satisfecho
de vinos y de amores,
a la joven aldeana, que busca
presurosa, en el éter luminoso
-por desgracia más pagana-
iluminado,
las manos poderosas
que pintan con esmero
¡LAS MANOS PODEROSAS
LAS MANOS DEL TIMBALERO!

Fernando Elorrieta



Urbano Lugrís nace en La Coruña, España en 1908. Hijo del político y escritor Manuel Lugrís Freire, uno de los fundadores de la Real Academia Gallega y la pianista Purificación González, vive su infancia en un ambiente intelectual distinguido en La Coruña.

Cursa estudios de Peritaje Mercantil, que nunca le interesarán a quien ni siquiera supo llevar las cuentas de su propia vida. Al iniciarse la República se identifica, en Madrid, con la juventud intelectual. Tiene amistad con García Lorca, con Rafael Alberti. Fantasea con su vida y se dice compañero de Ismael y del capitán Ahab en la aventura de Mobby Dick. Sabe de memoria La Odisea -él aseguraba que en griego clásico- y sostiene que regresa a la batalla de Pavía, donde ha sido coracero al servicio del césar Carlos, el rubio y melancólico emperador del mundo, a quien de seguro ya ha retratado imaginariamente.

Se vincula a las Misiones Pedagógicas, experiencia cultural inolvidable, histórica, y de la mano de Rafael Dieste recorre España con el Teatro de Títeres, donde hace «cristobitas», imita voces, pinta decorados.

Se casa, y el recuerdo de Paula será siempre una nostalgia beethoweniana. Finaliza la guerra civil y comienza a pintar murales. Nace su hijo Urbano, que será marino inicialmente, viejo deseo paterno incumplido, y al fin pintor, como el padre, y tan próximo al padre en mundo y estilo. Urbano, Lugrís, gigantón, tímido, a veces agresivo, caballero a la vieja usanza generoso de su tiempo, desprendido aun de lo que no posee, vive en Madrid la búsqueda de la gloria. Decora ambientes del rimbombante Instituto de Cultura Hispánica. Su mundo mítico impresiona. Su tarea de pintor «de cámara», como firmaba en broma muchas veces, le lleva, nada menos, que a decorar los camarotes del yate «Azor», unidad de la Armada transformada en barco de recreo para el Jefe del Estado, quien felicita al pintor en un encuentro que ha tenido mil versiones corregidas, por el propio protagonista y por aquéllos que escucharon la anécdota.

Muere su esposa Paula, con la que tuvo dos hijos. La evocará constantemente, en la intimidad de la tertulia de la taberna de Eligio, algo así como su segunda casa, si es que tuviese primera, que nadie le conocía. Pinta poco. Dibuja mucho. Habla más y bebe mucho más, aunque todo era poco para su recia humanidad. Era maravilloso en el arte de perder el tiempo.

Proyecta trabajos que no realiza. Incumple encargos que ha forzado. Arrecia la soledad, pese a reunirse con artistas y escritores. Prefiere la compañía de la juventud, de las nuevas generaciones que ven en él a un maestro absoluto, porque sabe cosas raras y precisas que no están en los libros. Las de los libros las sabe todas.


ANECDOTAS

Yo no voy a contar más que las que he vivido personalmente.

Yo era muy joven cuando conoci a Lugris. Me impresionaba, un hombre tan alto, grande, con una cara que aparentaba seriedad, aunque conociendolo sabías que bajo aquella careta se escondia nostalgia.

Iba a una taberna que había al lado donde ahora esta la CASA DEL LIBRO, no me acuerdo ahora del nombre. Se tomaba un buen pulpo...un dia apareció un Indiano, uno de esos gallegos que van a America y vuelven ricos. Le dio Un abrazo a Lugris,y este lo interpretó inmediatamente como "prepotente". Invitó a Urbano "a lo que quieras" y comenzaron a hablar. Todo en America era maravilloso, tenía un "haiga" en la puerta, un "pick up" que funcionaba a corriente y a pilas y unos discos con un sonido americano inolvidables. Lugris intentó "meter baza", diciendo que aqui tambien había unos buenos discos "de la voz de su amo", pero el indiano lo interrumpió con un "quita, quita". Lugris mirandolo le dijo: "Sabes que te digo?, por que no me llevas en ese coche tan estupendo y escuchamos esa musica maravillosa en la playa?

El gallego, muy feliz accedió y ambos se fueron a Samil en el "descapotable". Al llegar le pregunto que le apetecía escuchar. Lugris inmediatamente dijo: "la cabalgata de las walkirias"....Cuando sonaron las primeras notas, Lugris en un estado de locura absoluta, gritando: Oh dioses del Olimpo,zeus, Hera, Afrodita, ohhhhh soy el DISCOBOLO, me siento reencarnar y cogiendo los discos los empezó a lanzar por la playa. El "americano" desesperado intentaba detenerlo pero Lugris no paró hasta que vio el ultimo disco en el agua. Pasado el arrebato, mirando la cara compungida del indiano, gritó:

"perdona amigo, no me podido contener, ese sonido americano, ese coche, ese aparato de musica, lo siento me he sentido transportar"

Yo creo que el ambiente de Vigo le iba bien:gente trabajadora y sin tapujos. Con mi padre estableció una fuerte simpatía personal. Mi padre le llevaba croisants por las mañanas y se preocupaba por su salud y lo ganó para que le pintara, cosa que se negaba a hacer para otros.

Cuando fue a buscar el primer cuadro, Lugris le pidió 25.000 pesetas y mi padre le pidió una "rebajita". Lugris levantó el cuadro y con mirada asesina le dijo: "antes de hacerle una rebajita prefiero regalarselo". No hacer falta explicar que mi padre dejó el dinero y salió con el cuadro despavorido.

Años despues me reí con Lodeiro cuando me contó que una vez que le pidieron una "rebajita", acordandose de Lugris hizo lo mismo, puso voz de barítono y gritó:"prefiero regalarselo antes de hacerle una rebajita"- Y el cliente, metió el cuadro bajo el brazo y dijo: "GRACIAS LODEIRIÑO"

En invierno siempre llevaba un PIUMA D'ORO. A veces cuando lo encontrabamos por la calle actuaba según le apetecía en el momento, o bien se ponía a ver un escaparate ignorandonos, entonces mi novio lo saludaba con un "hasta luego Duque" y recibía una respuesta como "que te vaya bien pederasta" o podía tener una reacción peor como una vez que se puso de rodillas en plena Puerta del Sol, diciendo "a sus pies señorita, besandome una mano"

Mis padres vivían en un cuarto piso sin ascensor. Una vez mi padre le había dado un cheque y Lugris aparecio a las diez de la noche en casa, un poquillo "alegre", diciendo que había perdido el talón. Mi padre lo tranquilizo diciendo que lo daba de baja y ya le hacía otro. Mi madre, que lo trababa con mucho respeto le dijo:

-Don Urbano, ya que está usted aqui, quédese a cenar con nosotros
- No vengo vestido de etiqueta señora constestó Lugris
-Mi madre, sorprendida, sin entender nada, intentó convencerlo- Don Urbano, que esta es una casa humilde, aqui no llevamos etiqueta, que esta es una casa para todo el mundo

-Lugris, mirandola de arriba abajo contestó- SEÑORA LA CASA DE TODOS ES LA CAMARA DE LOS COMUNES

- Cuando mi madre lo vio bajar la escalera un poquillo "inseguro" le advirtió : Don Urbano, tenga cuidado que las escaleras estan un poco resbaladizas

-(ahora imagino la escena y me estoy muriendo de risa) Lugris, levantó la vista y gritando dijo: MUY SEÑORA MIA, SOLO HE TENIDO UN RESBALON EN MI VIDA, Y NO VOLVERA A SUCEDER.

En invierno Lugris desaparecía. Nos deciamos "Lugris está hibernando". Se iba al hospital y alli pasaba largas temporadas

Durante su "ultima hibernación", una vez que fueron mis padres a visitarlo, lo encontraron en la cama, con las manos juntas, mi padre le habló y el hizo un gesto poniendo un dedo en la boca. Una monja estaba rezando el rosario en la sala y Urbano lo seguía con cara de devoto. Cuando acabo el rezo, miró a mis padres y dijo: "estas hijas de puta están todo el dia rezando"

Mi madre me contó emocionada como despues de decir eso, le enseño una carterita de la que nunca se separaba, tenía 4000 pesetas para dejarles a las monjas.


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DON URBANO LUGRIS Y FREIRE DE ANDRADE, gracias por haber nacido y por haber tenido la suerte de haberte conocido

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