martes, 30 de mayo de 2017

Eberhard Schlotter


Schlotter nació en 1921 en Hildesheim (Alemania), en el seno de una familia de artistas -su padre era escultor, igual que se hermano Gotthelf-, y desde su infancia se sintió atraído por las artes.

Cuando tenía seis años descubrió los materiales de pintura de su tío George. "Me producían una gran fascinación, y después de manipular los pinceles decidí pintar con ellos", declaró el propio Schlotter al diario Información cuando le hizo una entrevista con motivo de su 90 cumpleaños.

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En 1934, con tan sólo 13 años, publicó su primer dibujo a pluma en un diario de la Baja Sajonia. Fue alumno en la escuela de Artes y Oficios y en la Escuela Industrial de Hildesheim, donde aprendió los rudimentos del grabado con aguja de acero y diamante y la técnica del grabado al aguafuerte, que dominó como un maestro. Inventó una técnica que denominó "suave aguafuerte en tratamiento de aguatinta".

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Estudió bellas artes en Munich, donde alquiló un taller y realizó su primera exposición en 1941. "Yo sólo quería ser pintor. Dejaba atrás una infancia protegida y plena de dicha... a mi alrededor había mucha niebla.", asegura en la biografía que colgó en su página web.

Sus obras disgustaron a los representantes del Partido Nazi. La Gestapo lo incriminó por opinar que las acuarelas de Hitler, aunque no eran del todo malas, eran peores que las suyas. A causa de un autorretrato considerado como arte degenerado fue reclutado y enviado al frente del Este.

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"Se nos predicaba el odio; yo sólo sentía una compasión infinita por cada criatura maltratada -señaló-. Me parecía que Delacroix me enseñaba un camino para esa penuria interna".

Cayó gravemente herido en 1944 y en el hospital se enamoró de la enfermera Dorothea von der Leyden. Se casaron ese mismo año

Eberhard Schlotter compaginó la creación artística con la docencia. Fue profesor en la Escuela de Artes Plásticas de Hamburgo y catedrático de la Universidad Johannes Gutenberg de Maguncia. Había conocido Altea durante un viaje en 1953 y tres años después, convencido de que el artista en la nueva Alemania estaba marginado de la sociedad, decide instalarse en una casa rústica que había comprado en la playa de Cap Negret.

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Aunque expone mucho en Alemania -sobre todo en Darmstatd- y viaja por toda Europa, conociendo a artistas de primera fila, desde Pablo Picasso y Joan Miró a Matisse y Otto Dix, su vida queda ligada a España. La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando lo admite en 1982. Sus grabados y aguafuertes ilustraron muchos libros, como El Quijote, el Decamerón y Platero y yo, editados en España.

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En 1995, gracias al apoyo del Ayuntamiento de Altea, la Generalitat valenciana, la Diputación de Alicante y la Universidad Miguel Hernández, se constituyó la Fundación Schlotter, ubicada en la casa Toni el Fuster de Altea, uno de los principales centros culturales de la ciudad.

La Vanguardia

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